martes, 6 de febrero de 2018

La pequeña luciérnaga


«Había una vez una pequeña luciérnaga que se sentía triste porque recordaba las palabras de sus papás “un día brillarás e iluminarás el camino de otros” y eso no había sucedido. Pasaba el tiempo y la pequeña luciérnaga se miraba las patitas, el pecho, las antenas…  en vano, seguía con el tono de piel de siempre, nada iluminado. 
Hasta que un día, una de sus amiguitas le dijo que sí brillaba, sólo que no era capaz de verlo porque no se miraba bien. Le alcanzó un espejo y así, la pequeña luciérnaga pudo contemplar su culete hermosamente iluminado. Nunca más dudó de sí misma.»

Podemos brillar, y brillamos, pero muchas veces no nos damos cuenta, porque no sabemos mirarnos bien. Demos las gracias a todas esas personas que nos dicen que sí brillamos y nos ayudan a vernos como realmente somos, puntos de luz capaces de deslumbrar.