lunes, 21 de diciembre de 2015

Las cosas son como son...




... y no como nos gustaría que fuesen.

Cómo cuesta aceptar algunas cosas, cuando no son como querríamos. Pero la vida nos enseña que, a veces, toca resignarse. Otras, en cambio, toca pelear, toca intentar cambiar esas cosas que no nos gustan.

Supongo que debería aplicarme esto último. Pero, desgraciadamente, algunas de esas cosas que no me gustan, no dependen sólo de mí. "Ay, amiga mía, entonces tienes un problema", me dice mi mente, compadeciéndome. Pero por difícil que sea cambiarlas, creo que casi siempre podemos hacer un intento, aunque sea pequeño, para modificarlas un poquito. ¿Quién sabe?, igual logramos cambiarlas en un grado suficiente como para desencadenar que sigan cambiando más y más... algo tengo que pensar para consolarme, ¿no?

Y no, no estoy hablando de política, aunque por la fecha en la que estamos lo pueda parecer, no hablaré nunca de esa temática en mis blogs. Hablo de cosas de la vida de cada uno, de la mía en particular... de todo un poco. 

Hay que tener menos miedo, y no rendirse por complicado que parezco alcanzar nuestro objetivo. Intentaré aplicarme el cuento, prometido. Que ya se dice, quien algo quiere, algo le cuesta, y quien no llora no mama, dos dichos la mar de sabios. 

Un abrazo. 
Ysabel. 
 

domingo, 5 de abril de 2015

Y no me arrepiento de nada



De nada de lo que he vivido, de lo que he dicho o decidido. 

No puedo hacer otra cosa que agradecer todas las experiencias y momentos que he vivido en los últimos meses. Porque incluso aquellos que no fueron fáciles o felices, me han enseñado algo. Es increíble cómo siento que he madurado y crecido un poco más gracias a ciertas personas y ciertas vivencias. 

El futuro es incierto, así que no merece la pena darle muchas vueltas, llegará él solito, y dejaré que me sorprenda, como siempre. Mientras tanto, me quedo con mis recuerdos y con lo que tengo ahora, hoy, en el presente, que es mucho. Estoy aprendiendo a valorar a cada persona como merece y a conservar en mi vida a quien se lo ha ganado. Estos últimos ya pueden mentalizarse, porque no se desharán de mí ni con agua caliente... es el precio de haberme regalado felicidad.