martes, 9 de diciembre de 2014

Gracias, 2ª mitad del 2014...


Contra todo pronóstico, la segunda mitad de este año me ha traído muchas cosas, yo que pensaba que sería tranquilo y tirando a gris. No todas han sido buenas, pero sí la mayoría. He seguido aprendiendo sobre mí misma y sobre los demás, he seguido creciendo y evolucionando en esto que llamamos vida. Y lo mejor de todo es que si me ha traído tanto, es porque yo lo he propiciado, porque he abandonado mi zona de confort para encontrar cosas nuevas, personas nuevas, experiencias nuevas... y me ha salido bien la jugada. 

He de confesar que siempre había sido una persona bastante estática, cuando encontraba una zona de confort, me acomodaba y no salía de ahí. Evitaba dolor y preocupaciones, vale, pero me perdía tantas cosas. Después del verano cambié el chip. No sé exactamente el motivo, pero algo me impulsó a hacerlo y no puedo estar más contenta.

De pronto estaba conociendo personas nuevas, estaba haciendo cosas que nunca antes había hecho... estaba viviendo más y mejor cada día, y me sentí feliz. Así que procuro seguir el camino que tomé. Ahora sólo me falta encontrar el equilibrio e incluir en esa nueva forma de vivir mi gran afición por escribir fics. Soy optimista, y sé que al final, lo podré compaginar. 

Vivid intensamente cada día, salid a la calle, propiciad encuentros con gente nueva, haced actividades diferentes... no os quedéis quietos y a "salvo" en la zona de confort, es una pérdida de tiempo y oportunidaddes que luego os puede pesar. 

Ysabel. 

martes, 4 de noviembre de 2014

Vivir, pensar, sentir...


Qué manía tenemos de elucubrar sin conocer la información suficiente para que nuestros pensamientos tengan algún sentido. Qué miedo tenemos de preguntar para conseguir la información suficiente.

Sé cómo funciona nuestra mente. Sé que ocurren cosas ajenas a nosotros, y que son nuestros pensamientos acerca de esas cosas, los que provocan los sentimientos que tendremos finalmente, esos que asociamos directa y erróneamente a las cosas. Porque, así es, lo que sentimos depende de nosotros mismos, de nuestra manera de ver las cosas que nos pasan, no de esas cosas. Así que, al menos hasta cierto punto, supongo que podemos controlar lo que sentimos. O por lo menos aceptarlo y vivirlo de una forma más natural, menos destructiva y agotadora.

Al menos domino el primer paso, ahora me falta dar el segundo, hacer frente a los malos pensamientos que terminan por provocarme malos sentimientos. Si lo analizamos racionalmente, nos sentiremos gilipollas (y disculpad el improperio), porque parece absurdo que empleemos energía montando historias en nuestra cabeza que no tienen base verídica y encima nos causan dolor. ¿Por qué, a pesar de todo, lo hacemos?, misterios de la vida. Y vendrán los optimistas a decirme que no, que ellos no lo hacen, y yo me lo tendré que creer (es que me cuesta creer que exista alguien que nunca lo haya hecho). Yo lo he hecho, lo hago, y me temo que lo seguiré haciendo, aunque confío en contener esa manía tan dañina con el paso del tiempo. Tal como está la vida, más nos vale ahorrar todas nuestras fuerzas para enfrentar los problemas cuando realmente lleguen, y entonces, hacerlo con todo el optimismo de que seamos capaces. Dicen que los pensamientos positivos atraen las cosas buenas, a probarlo todo el mundo.

Os doy  un consejo, aunque dé miedo, intentad salir de dudas antes de poner vuestras mentes patas arriba y flagelaros con vuestros pensamientos negativos. Y si resulta que habíais acertado con vuestra fea premonición, al menos el sentimiento de dolor que vendrá después tendrá sentido. Pero no os machaquéis por amor al arte (qué fácil es dar consejos y qué complicado seguirlos, ¿verdad?).



jueves, 16 de octubre de 2014

Sentimientos...



"Qué maravilloso conocerte, qué maravilloso descubrir que tenemos tantas cosas en común. Es encantador compartirlas contigo. Pero hay alguien más, alguien que comparte tu vida, por lo que tengo que silenciar esta incipiente atracción que siento por ti. Qué maravilloso conocerte y qué amargura hacerlo en el momento equivocado, cuando no puedes ser para mí."

"Y no me importa si no vuelves, tal vez hasta te de las gracias por no hacerlo. Estuve ciega mucho tiempo, pero nunca es tarde para abrir los ojos. No me interesan las palabras que no valen nada, como ésas que salían de tu boca. Estoy bien sin ti, muy bien, no te necesito." 

"Tú nunca me verás. Me pondré delante tuyo, a menos de un metro, y no serás capaz de percibirme. Y yo te seguiré admirando y anhelando en mi interior, nunca te lo haré saber, porque sé que no soy tu tipo. Te seguiré pensando y deseando en silencio, siempre en silencio."  


 (Dedicado a tres personas que aparecieron en mi vida). 


domingo, 14 de septiembre de 2014

Pequeños impulsos


Lo confieso, a veces me quedo quieta, estática, incapaz de avanzar en algunas direcciones, y necesito que venga alguien y me de un pequeño azote en el culo para obligarme a dar un paso adelante. 

Lo gracioso del asunto es que después de que he dado ese primer paso y algunos más, me doy cuenta de lo interesante que resulta ese nuevo camino que estoy andando. ¿Os ha pasado alguna vez?

Por eso agradezco que la vida me ofrezca personas que no dudan en darme ese toque, ese pequeño empujón para que eche a andar. La de cosas que nos perdemos por pereza o miedo a lo desconocido. Pues sí, a veces impone un poco la incertidumbre, pero si no probamos, nunca sabremos lo que nos estamos perdiendo. Así que, bienvenidos sean esos pequeños impulsos. 



martes, 26 de agosto de 2014

Oportunidades



Hace más de medio año que no escribo por aquí. Meses un tanto convulsos en varios sentidos, pero ya voy recuperando un poco la estabilidad. 

Hoy me apetece hablar un poco de las oportunidades, de esas cosas tan raras que aparecen cuando menos lo esperamos y que luego nos traen alegrías, y también, alguna que otra tristeza. Pero la vida es eso, reír y llorar, sentirse vivo.

Me llama mucho la atención el comprobar como, a lo largo del tiempo, siempre acabo encontrando cosas que anhelaba o necesitaba, cuando menos las espero. No hay nada que hacer, si las quiero, he de dejar a la vida y al tiempo que trabajen a su antojo, porque si yo me empeño en procurármelas, no sale bien. Y no hablo sólo de la famosa búsqueda del amor, sino de la amistad, del trabajo, de los pequeños sueños cumplidos... 

Y me pasa que me acerco a la barra de la vida y le digo: "sírvame una ración de amor", y ella me mira, me sonríe como si me compadeciera por mi ingenuidad, y me responde: "aquí tienes dos raciones de amistad, aprovéchalas".
Otras le digo: "sírvame cuarto y mitad de tranquilidad y estabilidad", y ella, con esa sonrisa que la caracteriza, me replica: "aquí tienes cuarto y mitad de cambios, aprovéchalos".

Y yo me enfado, y pido la hoja de reclamaciones, porque la mala pécora de la vida y su maligno socio, el tiempo, no me ofrecen lo que yo les pido en cada momento, ¿cómo se atreven?

Me encanta convertir casi todo en un pequeño relato, pero creo que con lo anterior nos podemos identificar muchos. Siempre he tenido la mala costumbre de no pararme a contemplar el mundo de posibilidades que esconde cada cambio que se produce en mi vida, cada persona nueva que conozco, incluso cada pequeño fracaso... porque son eso, oportunidades de hacer muchas más cosas, de vivir muchas más cosas. A ver si me aplico un poco más desde ahora y empiezo a devolverle la sonrisa y a darle las gracias a la vida cuando no me haga ni caso en la barra. 

Un abrazo pa tod@s y estad atentos a cada oportunidad que os ofrezca la vida.

sábado, 4 de enero de 2014

Repartiendo felicidad



El otro día viví un encuentro que me recordó por qué este mundo todavía merece la pena, a pesar de la maldad y el odio que lo inundan. Hay personas que hacen del mundo un lugar mejor. 

Tenía que volver a casa y opté por coger un taxi desde el centro de mi ciudad. Me detuve en un semáforo y alcé la mano cuando vi el primer taxi de luz verde. Se paró a mi lado, subí y le indiqué la dirección. Todo parecía de lo más normal, hasta que a los pocos instantes, el conductor de aquel taxi me preguntó si me molestaba la música clásica que tenía puesta. Era la primera vez que un taxista me pedía la opinión sobre lo que sonaba dentro de su taxi. Le dije que no me molestaba en absoluto, al contrario, pues me gusta la música clásica. Pero la cosa no quedó ahí. 

Cuando tuvo clara la ruta que tomaría para llevarme a mi destino, me dijo que él tenía tres detalles con sus clientes, y empezó con el primero, me ofreció un recipiente de plástico que contenía nueces peladas y de muy buen aspecto. Tomé una y al saborearla confirmé lo que mis ojos habían visto, estaba muy buena, en su punto, se lo agradecí. Después me ofreció un segundo recipiente con pequeñas rosquilletas saladas, de nuevo le di las gracias y me comí uno, muy bueno también. Finalmente llegó el tercer detalle, esta vez me ofreció trocitos de chocolate. 

Entonces, empezó a contarme que lo hacía con cada pasajero que llevaba, y que todos, ya fueran españoles o extranjeros, le decían que nunca nadie les había ofrecido nada en un taxi, así que podía considerarse único. Me lo contaba lleno de satisfacción, pero una satisfacción honesta, nada engreída. Me doy cuenta de que me gusta ver a la gente feliz cuando les reconocen algo bien hecho. Y me dijo más, que lo hacía porque le gustaba hacer un poquito más felices a sus clientes, porque le gustaba repartir felicidad, además de que hacerlo, lo hacía más feliz a él. En ese momento fue como si algo cambiase dentro de mí. De pronto, una inmensa felicidad y alegría me invadió. No pude callarme y le dije que sentía que aquel encuentro me parecía un buen augurio para este año que empezaba, y él me deseó fortuna en todo. Hasta nos hicimos una foto, llevaba en su móvil un montón de fotos con clientes suyos, y en todas había sonrisas. 

Es tan fácil hacer feliz a una persona, simplemente con un gesto amable, un breve saludo, una sonrisa que se contagia... y, afortunadamente, hay personas que saben esto y que además lo ponen en práctica para hacer la vida de los demás un poquito mejor allá por donde van. Me siento tan feliz de haber conocido a algunas de esas personas, y de que me hayan ayudado a lanzarme a ser como ellas, a repartir un poquito de felicidad a mi alrededor. 

¿Cómo sería el mundo si nos regalásemos sonrisas los unos a los otros, si fuéramos amables con los demás? Sé que no nos sentimos bien a todas horas, que hay días en que querríamos llorar y gritar, y es complicado sonreír al mundo. Pero incluso en esos momentos, sonreír y contagiar a alguien con tu sonrisa, puede aliviar nuestras propias penas, creo que merece la pena intentarlo. Y si no nos vemos con fuerzas, al menos hagámoslo cuando nos sentimos bien, seguro que el resultado nos animará a no dejar de hacerlo.